Es cierto que, por lo general, cuando se
habla de conflictos escolares, es para explicar los problemas ocasionados por
la agresividad o violencia que vienen de los alumnos de los centros.
Los brotes de agresividad o violencia en
los centros escolares constituyen un fenómeno al que nos empezamos a
acostumbrar, y muestran lo que ocurre en su entorno más cercano, y cuyas causas
hay que buscar en las relaciones con la familia y amigos. Con esto no quiero
decir que los propios alumnos no tengan responsabilidad en sus actos, pero no
debemos caer en el error de volcar toda la culpa del problema sobre los niños y
adolescentes, sino que debemos analizar su entorno más cercano y, si es
necesario, dar los máximos apoyos posibles para que estas conductas disruptivas
no vuelvan a suceder.
Según Melero (1993, pp. 54-55), “las características de la propia institución
escolar pueden influir en el surgimiento de conflictos”. Varios ejemplos que
cita de ello son una “jerarquía estricta,
múltiples exigencias de adaptación, desmotivación del alumno, obligatoriedad de
la asistencia y las necesidades de superar exámenes sobre ciertos contenidos”.
Para este autor, los factores que causan estos conflictos son “la sociedad y el ambiente, la institución escolar,
la familia y la personalidad”.
Según Jesús Ramírez, psicólogo educativo,
asegura en una entrevista en El Mundo que cada vez se detectan más casos de acoso escolar “entre iguales y en edades más tempranas”.
Reconoce que desde el colegio es muy difícil detectar estas conductas porque “los agresores actúan en lugar y momentos en
que no saben que no van a ser observados”, y sobretodo hacen uso del cyberbullying.
Un estudio realizado por la OMS en 2010,
define acoso escolar como “decimos que un
estudiante sufre acoso escolar cuando otro estudiante o grupo de estudiantes le
dice y hace cosas malas o desagradables”. También es acoso escolar cuando
un alumno “es repetidamente objeto de
burla de una forma que no le gusta o si se le margina deliberadamente”.
El balance de la violencia en los centros
educativos es lamentable y se han incrementado las conductas hostiles y
destructivas. Informes, como los ofrecidos por organismos públicos como la OMS,
nos señalan que, en las últimas décadas se ha producido un incremento de la
conflictividad en los colegios.
Esta tabla, extraída de UNICEF/EFE
(2013), nos muestra la frecuencia en porcentaje de los distintos tipos de
maltrato, que debemos recordar, no solo tiene por qué ser violencia física sino
también psicológica, verbal y social.
Como se ha mencionado anteriormente, los
problemas de convivencia en los centros escolares son producto de numerosas
causas; por lo que la solución, a mi parecer, no puede ser sencilla.
Para empezar, se precisa del compromiso de
todos los miembros de la comunidad educativa y las familias. Cuando surgen
estos conflictos, no hay mejor antídoto que la comunicación. Debemos dejar
atrás los castigos y las sanciones, porque se ha demostrado que en la mayoría
de casos no sirve para absolutamente nada; y sustituirlas por la puesta en
práctica de intervenciones que incluyan la comunicación y la comprensión, que
se tengan en cuenta todos los escenarios (familia y escuela). Uno de los
principales argumentos citados por los defensores de los castigos es el de que “son muy eficaces para eliminar conductas
inadecuadas”. Sin embargo, otros estudios psicológicos revelan que lo que
se consigue es “ocultar ese
comportamiento, pero no su desaparición. Aparte de que pueden tener efectos
colaterales perjudiciales y no deseados”.
V. Martínez-Otero, desarrolla un posible
esquema para la eliminación de la violencia, que incluye lo siguiente:
1.
Análisis de la
situación. Como docentes, cuanto antes conozcamos un caso de acoso escolar o
violencia en la escuela, debemos realizar un diagnóstico del problema, en donde
incluiremos un estudio de la realidad escolar, familiar y social de los alumnos
implicados. Cuanto antes conozcamos la realidad, más probabilidades tenemos de
conseguir resultados.
2.
Bases teóricas de
la intervención. Este autor, opina que la intervención en conflictos escolares
debe abordarse desde un enfoque humanístico, abierto e integrador.
3.
Planificación de
la intervención. Ahora establecemos estrategias preventivas (para futuros casos
de violencia escolar) y estrategias de resolución de conflictos. Un ejemplo que
puede orientarnos en la actuación de resolución de conflictos en este campo es
el proyecto Andalucía Anti-Violencia Escolar (ANDAVE), el cual cuenta con
varias líneas de trabajo:
a)
Investigación del
problema.
b)
Sensibilización social
y escolar.
c)
Formación de
agentes educativos.
d)
Producción de
materiales didácticos.
e)
Atención directa a
los escolares a través de un teléfono de ayuda.
Otros ejemplos citados por Martínez-Otero
para la implementación de un programa preventivo en el ámbito escolar:
-
Buscar la implicación
de toda la comunidad educativa. La participación no puede quedar reducida a
actividades que realicemos dentro del aula. Como futuros docentes, no debemos
nunca dar la espalda a los problemas.
-
La promoción de la
convivencia gracias a la coordinación de medios y personas. Los centros
escolares deben proporcionar un clima equilibrado y flexible, donde los cambios
no desestructuren el sistema.
-
El establecimiento
de normas claras. Las normas deben ser realistas y consensuadas por todos,
incluyendo a los alumnos.
-
El estudio de cada
caso y la atención personal. Las medidas grupales son extraordinarias cuando
todo funciona bien, pero también es necesario ayudar a cada alumno
individualmente. Debemos centrarnos también en promover un buen clima en las
aulas y trabajar también la dimensión socio-afectiva, no solo el rendimiento
académico. Debemos promover las interacciones sanas en nuestras aulas.
4.
Evaluación de la intervención.
Se analiza tanto el proceso de actuación como el resultado.
Entendemos que los conflictos son una
realidad en el ámbito escolar, de donde podemos sacar provecho. Del conflicto extraemos
el concepto positivo, es parte del desarrollo humano y es necesario para progresar
a nivel emocional y social. Partiendo de que son inevitables, tenemos que dotar
a los alumnos de estrategias para que puedan resolver esos conflictos de manera
adecuada.
El Reglamento de Régimen Interno no
siempre satisface las necesidades que la resolución de conflictos implica. Se reducen
a poner sanciones y castigos, y no cubre esa parte en la que queremos enseñar a
los alumnos a enfrentarse a un problema, gestionar sus emociones y logren un
nivel de comunicación adecuado en sus conflictos interpersonales. Todos los
centros deben dar recursos para que aprendan a resolver por ellos mismos sus
conflictos.
Desde mi punto de vista, los niños y
adolescentes están muy acostumbrados a que sean los adultos los que les digan
qué tienen que hacer para resolver una situación, o bien el tutor o los padres.
Siempre es un adulto quien les da una solución, no tiene la oportunidad de
buscar alternativas para mediar en sus conflictos.
A continuación os dejo este interesante vídeo, que sin duda os hará reflexionar. Es un corto de animación llamado Balablok creado en 1972 por Bretislav Pojar. Fue ganador en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 1973. Recrea a través de dibujos animados, cómo los seres humanos (en este caso figuras geométricas) pueden llegar a tener un comportamiento violento entre sí, por el simple hecho de ser diferentes, lo que les lleva a problemas de convivencia, donde no prima la comunicación. Esto no solo representa la realidad en las escuelas, sino que también está presente en numerosos conflictos internacionales, guerras, etc.
BIBLIOGRAFÍA:
MARTÍNEZ-OTERO PÉREZ, V, (2005) Conflictividad escolar y fomento de la convivencia. Revista Iberoamericana de Educación, nº38, p. 33-52.
R. VEIGA, PILAR (2013) Los niños españoles, entre los últimos del mundo en reconocer el acoso escolar. El Mundo, revista digital. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/24/espana/1366811243.html
ONF (2010) Balablok [Vídeo]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=p5bF0tKwAVU
¿Cuál es el mayor problema en la actualidad en cuanto a la resolución de conflictos se refiere? La falta de comunicación desde mi punto de vista. Gran crítica la hecha mediante el vídeo del final, me ha encantado porque realmente es lo que ocurre en esta vida.
ResponderEliminarOtra cosa con la que estoy muy de acuerdo de este post es que por su puesto no podemos únicamente culpabilizar de su agresividad o falta de comunicación a los niños. Ellos son como esponjas, ya sabemos que gran parte de las cosas las aprenden por imitación como ya hemos estudiado al aprender sobre Bandura. Por su puesto imitan lo bueno pero también lo malo. Malo como la agresividad a la que estamos expuestos día a día en la carretera, las guerras o los partidos de fútbol por ejemplo. No solo me refiero a los partidos profesionales si no a los de las actividades extra escolares que los niños participan. Durante estos partidos ellos, los niños, son testigos de cómo sus padres se ponen cuando consideran que algo no es justo o que el árbitro está favoreciendo más al equipo del que su hijo no es jugador.
Por último me gustaría hacer hincapié en una cosa, nosotros como futuros docentes no debemos permitir de ningún modo comportamientos disruptivos ni un simple insulto. No son cosas de niños puesto que por ahí se empieza. Yo en mis prácticas he sido testigo de que hay alguna profesora que ha dicho no pasa nada son cosas de niños hay que permitirlo también, cuando eran cuatro niñas insultando a una con insultos menores pero insultos al fin y al cabo. Debido a mi terquedad e insistiendo que no lo veía bien la profesora tomó cartas en el asunto pero hasta que no insistí no se hizo nada. Dio la casualidad de que era una profesora que era mayor y no veia el momento para jubilarse pero creo que eso no justifica nada puesto que son niños que son dejados por sus hijos que confían plenamente en ti.